Un ataque DDoS (Denegación de Servicio Distribuida) es un intento malicioso de interrumpir el funcionamiento normal de un servidor, servicio o red objetivo, abrumándolo con una inundación de tráfico. En un ataque DDoS, múltiples computadoras o dispositivos comprometidos, a menudo parte de un botnet, se utilizan para enviar un volumen masivo de solicitudes al objetivo, causando que se ralentice o se vuelva inoperativo. El objetivo es hacer que el servicio no esté disponible para los usuarios legítimos, lo que puede resultar en tiempo de inactividad, pérdidas financieras y daños a la reputación. Los ataques DDoS pueden variar en tamaño, duración y complejidad, y a menudo se ejecutan utilizando diversos métodos, como ataques basados en volumen, ataques de protocolo y ataques a la capa de aplicación.